11/7/22


En la fiesta del Samaín

elegimos una mazana,

la partimos por la mitad

y la llenamos con miedos,

después la enterramos.


¿A quién querrías ver esta noche?,

pregunta mi primo,

¿a quién querrías abrazar?


Nos ponemos máscaras

de calabaza seca

esperando a nuestros muertos.

Mi hermana cuelga flores de cidros

en puertas y ventanas.


Que el fuego del serbal no se apague.


El aire cítrico nos emborracha,

pétalos blancos y violetas,

bailo con mis difuntos

con un vestido floreado.


Mi abuelo es un joven de rulos

musculoso,

vino con su bicicleta,

creo que estoy enamorada de su sonrisa.


Que el fuego del serbal no se apague.


La abuela se pintó los labios de rojo,

cumplió catorce años

y le gusta mostrar su cuerpo.


Sirve licor de chocolate,

el mismo que le robaremos por la noche

¿cuántos años después?

Apenas pude abrazarla y se fue

a bailar con mi abuelo.


La esencia de las flores

dura siete minutos

luego, desaparece.


Mi abuelo olvidó su bicicleta,

la abuela nos dejó una piedra.

Cuando ellos se van

tomamos el licor debajo de la mesa

nuestra casa vuelve a ser la de siempre

todo es perfectamente ominoso

nuestro dolor es ancestral

y dura todo el verano.


(Poema inédito, Cynthia Matayoshi)

 A San Andrés de Teixido vai de morto

quen non foi de vivo.

Dicho popular gallego.


En el camino de Teixido

encontramos animales que se arrastran:

serpientes, lagartijas,

babosas negras,

Son almas que cumplen una promesa.

¿Por qué van junto a los vivos

en la ruta de San Andrés?

Dicen que no hay que pisarlas

ni cortarles la cabeza.

A veces tengo el impulso de partirlas por la mitad.

Pisar una hormiga,

aplastar una babosa

sería volver a matar a un difunto

que se empeña en entrar al Paraíso.

¡Cuánta esperanza para estar muerto!

Si estuviera muerta y fuera una serpiente

haría el camino de Teixido

sin entrar a la parroquia

solo para morder las flores

que crecen

aferradas a los acantilados.


(Poema inédito, Cynthia Matayoshi)

 

Dicen que las antiguas mujeres de mi familia


eran meigas

preparaban pócimas con retama negra.


Hay que hacer un nudo con las ramas

para pedir un deseo.


Robaban óleo santo

para ver a los muertos

curaban el mal de ojo

y el dolor de la envidia.


El ojo de venado protege

y el ámbar

y los talismanes.


(Poema inédito, Cynthia Matayoshi)

 Hay una constelación hirviendo

adentro de la piedra


Marosa Di Giorgio



Mi bisabuela cree que adentro de las piedras


hierve algo

por eso las busca en los jardines

de otras casas.


En las piedras está el futuro

y también el pasado.


Invita a una vecina a tomar licor

que prepara por la noche

la deja usar el teléfono.

A cambio una piedra.

Cuando se va

se suelta el rodete y baila.


En los pies está lo que hierve.


A la piedra le habla en otro idioma

no se puede lavar

ni cambiarla de su sitio.

La mira arrodillada

el pelo blanco se extiende en las baldosas.


Lo que me quitaron lo recuerdo.

(Poema publicado en Aguacero ediciones, Cynthia Matayoshi)